Vehículo extraordinario realizado por Alberto Gutierrez Martín,
tanto las imagenes como el texto pertenecen al autor
Este proyecto vino a mí como otros delitos similares: “un amigo de un vecino, cuñado de un concejal de urbanismo me ha pasado esta resina”. No he utilizado los nombres reales para preservar la identidad de los implicados, ya sabéis.
Pues vamos por partes.
Se trata de un Chenard y Walcker, un coche con historia. En 1926, Manso de Zúñiga corrió el Gran Premio de Turismo en San Sebastián, una prueba de 12 horas que se corría en el circuito de Lasarte. Justo un año después de participar en Le Mans (el primer español en hacerlo). En un artículo que he conseguido rescatar de la hemeroteca del periódico ABC, cuentan que el Chenard-Walcker dio 15 vueltas más al circuito que el resto de competidores, ganando la prueba.
Podeis verlo en este enlace: http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1926/07/24/026.html
La resina me llegó en muy buen estado, pero necesitaba una cura de adelgazamiento:
Con respecto al estado inicial, le he destapado la salida superior del capó, le he lijado los cierres de cuero que lleva en el borde del capó y le he abierto la toma de aire frontal para sustituirla por una rejilla.
Con respecto a la versión que corrió en Le Mans en el año anterior, esta lleva una abertura de aire mayor, sin láminas, que tendré que hacer con tarjeta de plástico y masilla. Por lo demás no veo ninguna diferencia.
Venga, manos a la obra. Para este coche tan especial voy a hacer un chasis a base de palos de polo, que en el verano los voy recolectando:
Siguiente paso: las llantas. Como podéis ver en la foto de boxes, y a diferencia de la participación en Le Mans donde iba con ruedas de bicicleta, aquí lleva unas de chapa con palomilla. Como de los cobardes no se ha escrito nada, pues cojo una llanta de resina maciza y la torneo hasta conseguir el diámetro deseado y la forma cónica. Así queda después de injertarle la palomilla:
La suerte me acompaña en estos primeros lances y encuentro unos neumáticos de una maqueta que tienen el perfil y el diámetro ideales. Los monto en una llanta de aluminio y con el torno los lijo para quitarles las rebabas del modeo y el brillo de los flancos:
Y así quedan montados sobre las llantas de resina:
Me han dejado trabajar la tarde del sábado, así que he aprovechado para pintar las llantas y acercarme al aspecto de la chapa original:
A partir de aquí comienza la aventura de verdad. ¿De qué color era el coche original? Las versiones de Le Mans parece que corrieron con un color azul Francia, pero tengo la sensación de que en esta carrera el color era azul marino...
El siguiente reto es más cojonudo: me gustaría añadirle los remaches de la carrocería, pero todavía no se me ha encendido el panchito, ya veremos.
El kit de resina incluye una bandejita muy apañada pero voy a decapitar al piloto, que como es 32 veces más pequeño que yo puedo con él. Se trata de ponerle una cabeza de militar a escala 1:35, y reconvertiré la gorra de plato en gorrilla:
Una sesión de lija en la gorra y un poco de masilla para rellenar los huecos:
Y ahora a esperar que seque bien para lijar las uniones y empezar a pintar. ¡Ah! con este piloto me voy a tirar a la piscina y voy a intentar ponerle unas gafas… a ver por dónde sale el sol.
Vamos que se nos pasa el arroz. Una sesión profunda de lija, lima, loctite y Mahou bien fresquita.
Abierta la abertura del capó y enrasada con la ayuda de una tira de plástico negro, también un poco de plástico negro para elevar la chepa del salpicadero:
A todo esto se me ha olvidado hacer la prueba de ajuste chasis-carrocería, me pasa con frecuencia. Ahí va la toma lateral y las tripas del engendro:
Este cochecito va a tener mucha faena en lo tocante a la chapa. Para empezar le limo los remaches grandes que trae la carrocería de resina en la parte trasera y le preparo unos más metálicos:
Cuidado que pinchan:
Continuará en breve.
Gracias y saludos
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